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sábado, 5 de abril de 2014

Tous les matins du monde... Alain Corneau... película completa


Todas las mañanas del mundo (en francés Tous les matins du monde) es una película francesa de Alain Corneau estrenada en 1991. En ella intervienen Gérard Depardieu, Jean-Pierre Marielle y Anne Brochet.
Idioma: Castellano
Duración: 115 min
Sinopsis: Cuenta la historia de la relación entre el anciano Monsieur de Sainte-Colombe, sumido en una profunda melancolía por la muerte de su mujer, y el todavía joven Marin Marais, decidido a ser su discípulo para perfeccionar el uso de la viola, y que a su vez mantiene una relación con su hija.

La banda original del film es de Jordi Savall, e incluye una selección de piezas de Marin Marais, Sainte Colombe, François Couperin y Jean-Baptiste Lully:
Marche pour la cérémonie des turcs (Lully)
Improvisation sur les folies d'Espagne (Marais)
Prélude pour Mr. Vauquelin (Savall)
Gavotte du tendre (Sainte Colombe)
Une Jeune fillette (arr. Savall)
Les Pleurs (Sainte Colombe)
Concert à deux violes "le Retour" (Sainte Colombe)
La Rêveuse (Marais)
Trosième leçon de ténèbres à 2 voix (Couperin)
L'Arabesque (Marais)
Fantasie en mi mineur (anónimo del siglo XVII)
Les Pleurs [Versión a dos violas] - (Sainte Colombe)
Le Badinage (Marais)
Tombeau pour Mr de Sainte Colombe (Marais)
Muzettes I - II (Marais)
Sonnerie de Ste Geneviève du Mont de Paris (Marais)
Los músicos que acompañan a Savall son: Fabio Biondi, Christophe Coin, Montserrat Figueras, Maria Cristina Kiehr, Rolf Lislevand, Pierre Hantaï, Jérôme Hantaï.
Consiguió el César a la mejor música escrita para un film, el Gran Prix Nouvelle Académie Du Disque, Disque D'or (Rtl - Snep), Croisette d'or Grand Prix de la Ville de Cannes.

1991: 7 Premios Cesar, incluyendo mejor película, director y música
1992: Festival de Berlín: Sección oficial de largometrajes
1992: Globos de oro: Nominada Mejor película de habla no inglesa


quignard

 Cuando escribí la reseña de la película de Alain Corneau, adaptación de la ’nouvelle’ de Pascal Quignard, ignoraba si la película se basaba en uno de los relatos de La lección de música (ed. Funambulista, 2005), concretamente, del primero, donde se cuenta la anécdota de un Marin Marais escondido debajo de la cabaña de Monsieur de Sainte Colombe para aprender de él los secretos de su arte.
Hoy, en la Biblioteca del Mil.lenari de Sant Cugat, encontré la novelita original (cuento largo o novela corta), que da origen a la película.
Publicada en la colección Folio de Gallimard ( e impresa en Barcelona, paradojas de la globalización), me he apresurado a leerla. He amenizado la lectura con los Concerts a deux violes egales du Monsieur de Sainte Colombe (tomo II), en la interpretación de Jordi Savall y de Wieland Kuijken (Astrée,1992).

La remembranza de la muerte, he aquí el tema. La música existe para rememorar a los muertos y para consolarlos. No para los vivos: para los ausentes. Sainte Colombe toca y compone para su esposa muerta.
Alejado de todos, en su pequeña cabaña hecha con madera de morera, el músico, iluminado sólo por el débil resplandor de una bujía, bebiendo de vez en cuando un sorbo de vino, rememora los momentos felices. Inevitablemente idos. Sólo una vez, explica a sus hijas:

" J’ai le regret de votre mère. Chacun des souvenirs que j’ai gardés de mon épouse est un morceau de joie que je ne retrouverai jamais".*

El verdadero arte no nace del ansia de la gloria, de la ambición de la fama, ni nace de la idea de la inmortalidad del artista. Nace del dolor, nace de la necesidad de vivir este dolor, una vez y otra vez. No de negarlo, no de apartarlo; de incorporarlo a nuestra alma, de vivir con él. Hora tras hora y día tras día, en silencio, porque no puede ’decirse’ el dolor, no puede compartirse. Del mismo modo, la música es un arte indecible. Este lenguaje ’sin palabras’ de la música es el que permite a Sainte Colombe ponerse en contacto con su esposa muerta.

"Il poussa la porte qui donnait sur la balaustrade et le jardin de derrière et il vit soudain l’ombre de sa femme morte qui se tenait à ses côtés. Ils marcheèrent sur la pelouse. Il se print de noveau à pleurer doucement. Ils allèrent juasqu’à la barque. L’ombre de Madame de Sainte Colombe monta dans la barque blanche tandis qu’il en retenait le bord et la mantainaint près de la rive. Elle avait retroussé sa robe pour poser le pied sur le plancher
humide de la barque. Il se redressa. Les larmes glossaient sur ses joues. Il murmura: -- Je ne sais comment dire: Douze ans ont passé mais les draps de notre lit ne sont pas encore froids"**.

Por eso Sainte Colombe se aparta de todo y de todos. Para crear en silencio su doloroso silencio metamorfoseado en música. Sólo así, apartado, Sainte Colombe es capaz de llegar a la cima de su arte:

"Le Blanc le père, disait qu’il arrivait à imiter toutes les inflexions de la voix humaine: du soupir d’une jeune femme au sanglot d’un homme qui est àgé, du crit de guerre de Henri de Navarre à la douceur d’un souffle d’enfant qui s’applique et dessine, du ràle désordonné auquel incite quelquefois le plaisir à la gravité presque muette, avec très peu d’accords, et peu fournis, d’un homme qui est concentré dans sa prière".***

En la nouvelle se cuenta también la historia de Marais, su juvenil deseo de éxito, la seducción de una de las hijas de Sainte-Colombe, Madeleine, la muerte de ésta, su maravillosa técnica musical, que hace
decir a su maestro en su primer encuentro: "Vous faites de la musique, Monsieur. Vous n’ètes pas musicien."

Tras muchos años de haberse alejado de su maestro, famoso, rico, reconocido como el mejor músico de la corte de Lusi XIV, por fin Marais encuentra el secreto.
Por fin puede contestar a su maestro cuando éste le pregunta:

"--Que cherchez vous Monsieur, dans la musique?
--Je cherche les regrets et les pleurs".****

Entonces, ambos hombres tocan, a dos violas, "Les pleurs".


Pascal Quignard, Tous les matins du monde, Folio, Gallimard, 1991.


Os dejo con la versión para una viola de Les pleurs con Jordi Savall.


* "Llevo un pesar por vuestra madre. Cada una de las memorias que guardé de mi esposa es un pedazo de alegría que jamás encontraré de nuevo ".

**"Empujó la puerta que daba a la balaustrada y al jardín posterior y vio de repente la sombra de su mujer muerta que se ponía a su lado. Caminó sobre el césped. Se puso a llorar despacio. Fueron hasta la barca. La sombra de la señora de Sainte Colombe subió en la barca blanca mientras que él cogía el borde y mantenía la barca cerca de la orilla. Ella se había remangado el vestido para poner el pie sobre el suelo húmedo de la barca. Él se incorporó. Las lágrimas resbalaron sobre sus mejillas. Murmuró: - No sé cómo decirlo: han pasado doce años, pero las sábanas de nuestra cama no están frías todavía."

***" Le Blanche padre decía que lograba imitar todas las inflexiones de la voz humana: del suspiro de una joven mujer al sollozo de un hombre viejo, del grito de guerra de Enrique de Navarra a la dulzura de la respiración de un niño que se aplica y dibuja, del estertor desordenado al cual incita algunas veces el placer, a la gravedad casi muda, con pocos acordes, sin variaciones, de un hombre que está concentrado en su oración ".

****"--¿Qué busca, usted, señor, en la música?
--Busco los pesares y las lágrimas."

(Perdonad la mala traducción: es mi asignatura pendiente)

Fragmento de una crítica del momento en que apareció la nouvelle:

"Quignard no ha querido escribir la biografía de Sainte Colombe, porque nada o casi nada se sabe de él. Se ignora hasta su primer nombre, la fecha exacta de su nacimiento y la de su muerte. Fue intérprete reputado y compositor de viola durante la segunda mitad del XVII y conocemos sus relaciones con el más célebre de sus alumnos, Marin Marais (1656-1728), que conoció la gloria después de Lully, mientras que su maestro renunció a todos los honores de la corte. Quignard aprovecha la oscuridad que envuelve a Sainte Colombe, la extrema parvedad del número de sus obras, para construir un personaje inolvidable, una especie de quintaesencia del músico, del creador por excelencia. Sainte Colombre vive sólo para su música, no existe más para este diálogo extenso, apasionado, exclusivo con la muerte"(…)
(Pierre Le Pape, Le Monde, 13 Diciembre, 1991)


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